La noche había caído sobre Potosí con su habitual frialdad y ese silencio denso que se adhiere a las calles. En una zona residencial, un vehículo sin placas se detuvo frente a una vivienda elegante, propiedad de un conocido empresario minero. Nadie imaginaba que, en cuestión de minutos, el sosiego del vecindario se rompería con violencia.
De la penumbra descendieron varios hombres encapuchados. Sus pasos eran breves, coordinados, casi militares. Una cerradura cedió con un chasquido metálico y, de inmediato, el sonido del miedo se apoderó del lugar. El golpe fue rápido, preciso, calculado.
Dentro, una mujer descansaba junto a sus dos hijos. La puerta se abrió de golpe y la irrupción fue brutal: gritos, amenazas, armas apuntando. Los encapuchados exigían el dinero del empresario, ajeno a lo que ocurría en su hogar. En un intento desesperado por proteger a sus hijos, la mujer trató de resistirse y recibió un golpe en la cabeza.
El silencio volvió a imponerse cuando los asaltantes huyeron, dejando tras de sí el caos, la sangre y el llanto de los niños. La víctima, gravemente herida, fue trasladada de emergencia a un hospital, mientras los menores quedaron en estado de shock.
“Han ingresado con armas, le hirieron en la cabeza. La evacuaron de inmediato”, relató a El Potosí un allegado a la familia, aún conmocionado por lo ocurrido.
La Policía investiga el hecho, que ha generado alarma entre los vecinos del sector, quienes piden mayor seguridad ante el incremento de delitos violentos en la ciudad.