El fin de semana largo que debía reactivar el turismo interno se convirtió en un retrato del malestar económico del país. La falta de diésel paralizó terminales y rutas interdepartamentales, mientras los precios en los mercados se dispararon justo antes del feriado de Todos Santos.
En La Paz, filas de buses varados durante días se convirtieron en una postal habitual. Empresarios del transporte aseguran que el servicio se redujo a menos de la mitad por la escasez de combustible, afectando tanto la oferta de viajes como los ingresos del sector.
A la par, los bolsillos de los consumidores se resienten con la inflación en productos básicos. En los principales mercados del eje troncal, los precios subieron sin freno: el tomate alcanzó los 7 bolivianos la libra, la zanahoria llegó a 20 la cuartilla y el queso en Santa Cruz continúa por encima de los 40 bolivianos el kilo.
El cambio del feriado al lunes 3 fue recibido con expectativa por el sector hotelero, pero la medida no logró el efecto deseado. “El turismo necesita previsión, no improvisación”, reclamaron representantes del rubro, lamentando que los anuncios oficiales lleguen tarde y sin coordinación.
Así, lo que prometía ser un respiro económico terminó marcado por la escasez, el encarecimiento de la canasta familiar y la frustración de un país que, aun en feriado, no logra moverse con libertad.
