La noche del viernes 31 de octubre, el país se rindió ante la fantasía. Niños, jóvenes y adultos sacaron sus mejores disfraces en una celebración de Halloween marcada por la alegría y la actividad comercial.
En un fenómeno de adopción cultural, las redes sociales reportaron un gran movimiento en plazas y avenidas principales. En ciudades del país, las calles céntricas se cerraron para recibir a familias enteras que se sumaron al rito del "Truco o Trato", anticipando la conmemoración tradicional de Todos Santos.
Pero, ¿cuál es el verdadero origen de esta fiesta y por qué se ha vuelto un fenómeno global?
La celebración se remonta a más de 2.000 años, originada en el festival celta de Samhain en la antigua Irlanda y Gran Bretaña. Samhain marcaba el final de la cosecha y el inicio del invierno, un tiempo temido.
Los celtas creían que la noche del 31 de octubre, la frontera entre el mundo de los vivos y el de los muertos se debilitaba, permitiendo el regreso de los espíritus. De allí surgió la costumbre de usar disfraces para pasar inadvertidos o ahuyentar a las almas errantes, además de encender hoguera.
Con la influencia de la Iglesia, la festividad pagana se cristianizó. El 1 de noviembre fue designado como el Día de Todos los Santos
Globalización vs. Tradición: El Caso de Bolivia
El salto de la tradición a la celebración masiva ocurrió en el Siglo XIX, cuando la ola de inmigrantes irlandeses y escoceses llevó la costumbre a Estados Unidos y Canadá. Allí, la fiesta se despojó de su significado espiritual profundo y se convirtió en un evento social centrado en el entretenimiento.
La principal razón de su explosiva popularidad en Bolivia, y en gran parte de América Latina, es la influencia cultural y comercial de Estados Unidos. Los medios de comunicación, el cine y las redes sociales han exportado el modelo de los disfraces y los dulces.
De esta forma, la noche del 31 de octubre se consolida como el preámbulo festivo y comercial del día más espiritual del calendario boliviano.