Apenas cinco meses después de su fundación, el partido político Morena ha decidido abandonar la carrera presidencial, reconociendo abiertamente su falta de madurez y estructura para competir en un escenario nacional.
La decisión fue anunciada tras una reunión nacional, donde la líder de la agrupación, Eva Copa, admitió que el proyecto fue apresurado. “Tal vez nos faltaba madurar un poco más el tema de nuestra estructura nacional”, declaró con tono autocrítico. Para muchos, el reconocimiento de errores es inusual en la política boliviana, pero también evidencia las debilidades de una organización que no logró consolidarse a tiempo.
El retiro no solo marca un revés para la joven agrupación, sino que también deja al descubierto fracturas internas y una fallida estrategia de alianzas, especialmente en torno a la figura de Evo Morales. La presión del exmandatario por ser candidato frustró cualquier intento de acuerdo, según versiones desde dentro del mismo partido.
Morena, que surgió con el objetivo de ofrecer una alternativa joven y democrática, termina dando un paso al costado por falta de preparación. Su caso refleja lo difícil que es construir una fuerza política nacional sin una base sólida, sin tiempo y sin consensos reales.
Aún con el traspié, Eva Copa insiste en que este no es el final, sino un momento para reordenarse y volver a intentarlo. Pero por ahora, Morena queda fuera del tablero electoral, víctima de su propia inmadurez.
