Karolina Krzyzak, una joven de 27 años nacida en Varsovia, perdió la vida en Indonesia tras seguir durante años una dieta frutariana extrema, basada casi exclusivamente en frutas. Su historia, marcada por trastornos alimenticios y la búsqueda de una “vida saludable”, expone los peligros de las dietas sin supervisión médica.
Antes de su fallecimiento, Karolina había mostrado signos alarmantes de deterioro físico: apenas pesaba 22 kilos y sufría osteoporosis, hinchazón en los pies y deficiencias graves de proteínas. Según el personal del hotel donde se hospedaba, su estado era tan frágil que le resultaba difícil moverse por sí sola.
En redes sociales, Karolina había compartido su preocupación por el debilitamiento de sus uñas y el deterioro de su salud. A pesar de las señales de alarma, continuó aferrada a un estilo de vida que consideraba “puro y natural”. Su cuerpo fue hallado sin vida tres días después de que dejara de comunicarse.
El caso de Karolina no solo refleja una tragedia personal, sino también una advertencia sobre la desinformación alimentaria en internet. Detrás de la promesa de bienestar, muchas dietas extremas pueden poner en riesgo la vida. Su historia recuerda que el equilibrio y la guía médica son esenciales para cuidar el cuerpo sin caer en los excesos que terminan destruyéndolo.