La deuda externa de Bolivia alcanzó los $us 13.773 millones al 31 de mayo, según el Banco Central de Bolivia (BCB). De ese total, $us 11.923 millones corresponden a préstamos externos, de los cuales la mayor parte proviene de organismos multilaterales como el BID ($us 4.370 millones), la CAF ($us 2.956 millones) y el Banco Mundial ($us 1.683 millones). También se incluyen créditos bilaterales por $us 2.101 millones, siendo China el principal acreedor, y una pequeña porción de deuda con el sector privado por $us 61,4 millones.
Aunque esta deuda representa el 25% del Producto Interno Bruto (PIB), un nivel considerado manejable según estándares internacionales, las calificadoras de riesgo han encendido las alarmas. Standard & Poor’s y Fitch Ratings han rebajado la calificación crediticia de Bolivia a CCC-, una de las más bajas del mundo, debido a los crecientes riesgos de impago, la caída de reservas internacionales y el incremento de la inflación.
Uno de los factores más críticos es la escasez de dólares en el mercado interno, lo que dificulta al país cumplir con sus compromisos en moneda extranjera. Esta falta de divisas ha disparado el precio del dólar en el mercado paralelo a más del doble del tipo de cambio oficial de Bs 6,96, vigente desde 2011, generando mayor incertidumbre económica y presiones sobre la estabilidad financiera nacional.
Ante esta situación, el Gobierno ha pedido a la Asamblea Legislativa la aprobación urgente de créditos por más de $us 1.800 millones que siguen paralizados. Estos fondos serían clave para evitar un posible default y cumplir con el servicio de la deuda externa. Mientras tanto, Bolivia enfrenta el desafío de recuperar reservas internacionales, contener la crisis cambiaria y restaurar la confianza en su economía.
