El renovado Mundial de Clubes, con 32 equipos por primera vez, llega a su final hoy en el MetLife Stadium con un duelo estelar entre PSG y Chelsea. Ambos clubes han demostrado ser dignos finalistas: el PSG, dirigido por Luis Enrique, busca coronar una temporada histórica tras ganar todos los títulos posibles en Europa; mientras que Chelsea, con un camino más discreto pero sólido, se metió en la final dejando en el camino a clubes sudamericanos de gran nivel.
El PSG tuvo un inicio titubeante al caer ante Botafogo, pero luego mostró un rendimiento arrollador: goleó al Inter Miami, superó con autoridad al Bayern Múnich y aplastó al Real Madrid en semifinales. Chelsea, por su parte, cayó en fase de grupos ante Flamengo, pero se repuso venciendo a Benfica, Palmeiras y Fluminense, con un Joao Pedro determinante. Así, ambos equipos llegan con méritos suficientes para disputar la primera estrella del nuevo Mundial de Clubes.
El torneo, pese a las dudas iniciales, superó expectativas en cuanto a nivel de juego, audiencia y organización. Se convirtió en una vitrina global donde clubes de distintas latitudes compitieron al máximo nivel, con enfrentamientos inéditos y un alto nivel de espectáculo. Además, sirvió como antesala ideal para el Mundial 2026, también en Estados Unidos, demostrando que el país está listo para recibir grandes eventos futbolísticos.
Más allá del trofeo, el torneo ha tenido un fuerte impacto económico: el campeón embolsará más de 80 millones de dólares, mientras que el subcampeón también superará los 40 millones. Así, esta nueva versión del Mundial de Clubes marca un antes y un después, consolidando una competencia que combina ambición deportiva con una estructura financiera poderosa, proyectando el fútbol de clubes hacia una nueva era global.