Bolivia enfrenta un momento crítico: su deuda externa ha alcanzado los $us 13.805 millones, el nivel más alto en un cuarto de siglo. El crecimiento ha sido constante desde 2017, pero en el último año la curva se ha empinado peligrosamente, generando alertas entre economistas que advierten un posible colapso si no se toman medidas urgentes.
Según datos del Banco Central de Bolivia, solo en el primer semestre de este año ya se pagaron $us 763 millones, y se prevé que la cifra total ronde los $us 1.860 millones en 2025. El país necesita más dinero del que genera, y los créditos externos se han vuelto su principal salvavidas… aunque cada vez más caro y difícil de conseguir.
Los principales acreedores son el BID, la CAF, el Banco Mundial y China. Aunque el gobierno asegura que la deuda sigue siendo "manejable", los analistas advierten que los números engañan: el leve descenso del indicador deuda/PIB se debe a la inflación, no a una mejora real. Y la deuda interna también presiona: ya representa más de la mitad del total.
La falta de liquidez obliga al Gobierno a buscar $us 400 millones adicionales antes de que acabe el año, y cerca de $us 1.900 millones en 2026. Para los expertos, el riesgo no es solo financiero, sino social y político: recortes, ajustes y nuevas deudas podrían golpear directamente el bolsillo de los bolivianos y el futuro del país.