Una adolescente de 16 años, rescatada del Cerro Rico, contó que fue testigo del momento en que un compañero perdió la vida dentro del socavón. Ese impacto la paralizó y la convenció de huir del trabajo que la había llevado hasta Potosí tras escapar de su hogar en Santa Cruz.
La joven trabajaba como llampiri, recogiendo mineral entre escombros, y relató con temor cómo vio salir el cuerpo del minero mientras el resto continuaba con la faena. Funcionarios de la Defensoría confirmaron que la adolescente llegó en estado de shock y pidió no volver nunca más a una mina.
El caso se suma a una cifra preocupante: seis mujeres fallecieron este año en labores mineras, varias de ellas como wincheras, una de las tareas más peligrosas del socavón. Las autoridades advierten que la presencia de menores en estas actividades sigue siendo una realidad silenciosa.
La adolescente ahora permanece en el centro Wawa Huasi, a la espera de reencontrarse con su familia. Su pedido es claro: volver a casa y dejar atrás la experiencia que la marcó para siempre.