En un movimiento audaz para salvaguardar un alimento básico en la dieta boliviana, el Gobierno ha decidido intervenir directamente en el mercado de la harina. La razón? Mantener el precio del pan de batalla, la marraqueta, en un accesible Bs 0,50 por unidad, especialmente en la región andina, donde el pan es un pilar en la alimentación diaria.
Esta decisión llega tras una tensa negociación con la Confederación de Panificadores de Bolivia, quienes amenazaron con un paro de 48 horas debido a retrasos en la entrega de insumos. Para evitar el desabastecimiento y el aumento de precios, el Gobierno, a través de la Empresa de Apoyo a la Producción de Alimentos (Emapa), ha implementado una estrategia poco convencional: comprar harina a precios elevados y venderla a los panificadores a precios significativamente más bajos.
"El precio del pan es crucial para la alimentación de muchas familias bolivianas. No podemos permitir que varíe", declaró Franklin Flores, gerente de Emapa, en una entrevista televisiva. Y es que la diferencia es abismal: el Gobierno adquiere el quintal de harina a un promedio de Bs 315, pero lo vende a los panificadores a tan solo Bs 96, asumiendo así una considerable pérdida económica.
Esta subvención beneficia a más de 2.000 panificadores en todo el país, asegurando que puedan mantener la producción y el precio del pan. La medida, aunque arriesgada, busca proteger el bolsillo de los bolivianos y garantizar el acceso a un alimento esencial.
Datos: Agencias