El Vaticano volvió a estremecerse este jueves cuando el humo blanco se elevó desde la Capilla Sixtina, señal inconfundible de que los cardenales han elegido al nuevo pontífice. La multitud reunida en la Plaza de San Pedro estalló en aplausos mientras las campanas de la basílica anunciaban al mundo que la espera había terminado.
En cuestión de minutos, el cardenal protodiácono, Dominique Mamberti, proclamará el tradicional “Habemus Papam” desde el balcón del Vaticano, revelando el nombre y el título que llevará el nuevo líder de la Iglesia católica. Será también el momento en que imparta su primera bendición “urbi et orbi”.
La elección se dio tras dos días de deliberaciones a puertas cerradas entre 133 cardenales de más de 70 países, en el cónclave más diverso de la historia. El elegido sucede al Papa Francisco, quien falleció el pasado 21 de abril a los 88 años, tras doce años de un pontificado marcado por las reformas, la cercanía con los pobres y una fuerte resistencia interna de los sectores más conservadores.
El nuevo Papa hereda una Iglesia con profundas heridas y enormes desafíos: escándalos de abuso, disminución de vocaciones, el debate sobre el rol de la mujer y tensiones políticas globales que también atraviesan al Vaticano. Su perfil aún es un misterio, pero el mundo ya especula si será un reformista como su antecesor o un regreso a una línea más tradicional.
Como marca la tradición, tras ser elegido, el nuevo pontífice pasó por la Sala de las Lágrimas, un espacio reservado para reflexionar en soledad sobre la magnitud de la misión que asume. Allí vistió por primera vez la sotana blanca antes de presentarse ante millones de personas en todo el mundo.
En los próximos días, celebrará su misa de inicio de pontificado, recorrerá la plaza de San Pedro en el papamóvil y compartirá su primera homilía como máximo líder espiritual de los católicos. El Vaticano inicia una nueva etapa. El mundo espera.
