El presidente Luis Arce condenó enérgicamente la ola de violencia registrada en Llallagua, Potosí, que ha dejado decenas de heridos y graves daños materiales. La violencia, según Arce, fue desatada por seguidores de Evo Morales en su afán de mantener su candidatura presidencial.
Durante nueve días de bloqueos, los seguidores de Morales han atacado a personal de salud, destruido una ambulancia, saqueado comunidades, agredido a la prensa y enfrentado a la policía con armas y explosivos. Estos bloqueos mantienen aislada a la región, afectando la vida cotidiana y la seguridad de sus habitantes.
El mandatario cuestionó la actitud de Morales, quien desde su refugio en el Chapare donde se encuentra tras una orden de aprehensión por una denuncia fiscal celebró públicamente los disturbios y habló de una "batalla final" sin aclarar contra quién está dirigida.
Arce denunció que la violencia impulsada por Morales amenaza la democracia y el proceso político boliviano y advirtió que no habrá impunidad. El Gobierno se compromete a llevar ante la justicia a todos los responsables que siembran terror y desestabilizan el país.
