Por tercera noche consecutiva, varias regiones de Ucrania enfrentaron una ofensiva aérea lanzada por Rusia, en una escalada que mantiene al país bajo constante amenaza. Tras el devastador ataque del sábado —el más letal desde el inicio del conflicto— que dejó al menos 12 muertos, los nuevos bombardeos no cesan.
Durante seis horas sonaron las alarmas en Kiev. Aunque no se reportaron víctimas en la capital, se confirmaron daños materiales. En la región de Odesa, los drones rusos provocaron incendios y destruyeron viviendas, incluyendo un edificio de más de 100 metros cuadrados. Un niño de 14 años resultó herido.
Las agresiones también alcanzaron Járkov, Jmelnitski y Cherkasi, con explosiones, destrucción parcial de infraestructuras y daños en comercios y hogares. En esta última región, las defensas ucranianas derribaron 25 drones durante la noche.
El Kremlin mantiene silencio, mientras califica sus acciones como una “operación militar especial”. Sin embargo, la realidad en Ucrania refleja una campaña de ataques sistemáticos que no da tregua.